Si sos local, es salida habitual llegar hasta su base y apreciar el paisaje en cualquier época del año. Si sos turista, un taxi o remis te lleva y siempre hay movimiento en el trayecto, así que no hay problems en tomarte otro para regresar.

Un camino de asfalto entre curvas y más curvas, todo en ascenso durante 7 kilómetros. Podés ver los más de 5 hoteles y otras tantos complejos de cabañas que se ubican a los costados del camino mientras los ñires, lengas y guindos hacen su magía en cualquier estación del año.

El glaciar Martial es cuaternario, de la última glaciación.

Se encuentra a 1.050 metros sobre el nivel del mar. Su nombre se lo debe al explorador Luis Fernando Martial (Louis Ferdinand Martia), capitán de La Romanche y comandante de la expedición científica francesa de 1882-1883 («Mission scientifique du Cap Horn»), cuyo fin era observar el tránsito del planeta Venus. Para ello, se construyó un asentamiento en bahía Orange en el que permanecieron durante un año casi una decena de investigadores.

Al final del camino está el estacionamiento, junto a una parada de taxis. Hay un complejo de cabañas y un local comercial y el Refugio de Montaña, un lugar ideal para tomar algo calentito y comer tortas exquisitas con productos regionales. Desde allí, se tiene una muy buena vista panorámica de la ciudad y del canal Beagle.

Ahí esta el incio del sendero de treking que bordea el arroyo que trae el agua de deshielo del glaciar, que luego es el agua que se consume en la ciudad. Por la mano izquierda esta la pista de esquí y snowbord que se utiliza en invierno y que justo ahora estan acondicionando luego de estar 7 años sin concesión. Son 150 metros de ascenso con una buena inclinación así que despacito y sacando fotos para ir cambiando el aire. Calzado de trekking, campera impermeable y agua, los escenciales para esta actividad.

LLegas al primer mirador y muchos se conforman ya con esas vistas y la experiencia de caminata en la montaña. A partir de ahí la situación cambia. El refugio del bosque se pierde y el viento empuja con fuerza. Las rocas delimitan el sendero, que siempre está bien marcado y los puentes de madera ayudan a mantenerse secos cruzando el arroyo. Ya llevas una hora de caminata en ritmo lento y fotográfico (inevitable las paradas para retratar en el celu o las cámaras todos los paisajes).

Y así llegás a la tercera parada. Ya casi de alta montaña. Quien se anime, con piernas y voluntad, más piqueta de travesía y crampones, continúan el sendero que los deposita en los planchones de hielo del glaciar. Quienes planten bandera en ese lugar, la tarea es más que recompensada: las mejores vistas de la ciudad desde la base de un glaciar en EL FIN DEL MUNDO!