Para mí, el Otoño en Ushuaia es la mejor estación del año. Ya no hay tanto viento, las horas de luz se van acortando, el año laboral empieza a tomar ritmo, y el entorno mágico de la ciudad se predispone a recibir el invierno.
El bosque de lengas, ñires y coihues deja el verde del verano para mostrar una paleta de colores que van desde el rojos y naranja, al amarillo, ocre y dorados.
Esta época, preferida por muchos amantes de la fotografía, donde el otoño es un andante melancólico y gracioso que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno, invita especialmente, en los horarios de la tarde, a realizar excursiones con los grandes protagonistas del paisaje: los colores.
En esta época del año, el árbol se alista para invernar: al no tener hojas que alimentar, la savia se concentra en la base del tronco. Las lengas y ñires tienen hojas pequeñas y frágiles que no resisten el frío ni el peso de la nieve; en cambio las del coihue son gruesas y firmes: duran todo el año. El 80 % del bosque lo ocupan las lengas. Por eso el paisaje enrojecido remite un poco a la floración de los sakuras en Japón. Los ñires con su aroma a canela son el 15 %: algunos se tornan amarillos y otros naranja. Pero a veces uno puede tener los dos colores a la vez.